El malestar creciente en las Fuerzas Armadas, condujo a la oficialidad por los caminos de la conspiración. Ese descontento comenzó a acumularse, después del 23 de enero de 1958. La llegada a Miraflores del Doctor Enrique Tejera Paris, acompañando al Sr. Eugenio Mendoza, creó resquemores. En uno de los salones del Palacio el Dr. Tejera se sentó al lado de varios generales, y éstos extrañados le preguntaron quién era él, a lo que respondió que “representaba a Acción Democrática”, todos los oficiales se vieron la cara asombrados porque no sabían ni que era eso ni que significaba, solamente un reflejo lejano de una organización clandestina.Y como Rómulo Betancourt le había recomendado pedir café, porque el que pide café en Miraflores y no se lo traen debe salir corriendo de allí, él tuvo mejor suerte, no solamente le trajeron café sino le dispusieron una oficina de prensa para que la dirigiera.
La incomodidad castrense la agudiza el triunfo de Rómulo Betancourt, en las elecciones del 7 de diciembre de 1958. Cuando el Alto Mando se reunió para analizar los resultados electorales, los comandantes de los componentes abultaron las simpatías de los oficiales a favor del Presidente Electo en 40%, cuando la verdad era el 80% de rechazo, porque el criterio marcial era que el nuevo Presidente representaba la Internacional Comunista. El vicealmirante Carlos Larrazábal señaló que “En 1959 hubo que hacer esfuerzos para contener a la oficialidad joven para que no tumbara a Rómulo Betancourt, porque el espíritu unitario del 23 de enero no se produjo para instaurar la democracia, eso no es verdad, sino para tumbar el Gobierno que no es lo mismo”. El Barcelonazo fue una insurrección militar que se llevó cabo en Cuartel Pedro María Freites de la ciudad de Barcelona, estado Anzoátegui, el 26 junio de 1961. Este acontecimiento se desencadenó como consecuencia de las persecuciones, allanamientos y detenciones que efectuaron, conjuntamente, la Dirección General de Policía, Digepol, y las bandas armadas de Acción Democrática contra miembros de la Cámara Agrícola de Venezuela.
Ante estos hechos los dirigentes de la Cámara Agrícola decidieron actuar por la vía armada, y para ello planificaron junto a un grupo de militares, un alzamiento en la ciudad de Barcelona, el cual debería luego extenderse a otras localidades de Venezuela con el fin de provocar un gran movimiento cívico-militar que derrocara el Gobierno de Rómulo Betancourt.
La incomodidad castrense la agudiza el triunfo de Rómulo Betancourt, en las elecciones del 7 de diciembre de 1958. Cuando el Alto Mando se reunió para analizar los resultados electorales, los comandantes de los componentes abultaron las simpatías de los oficiales a favor del Presidente Electo en 40%, cuando la verdad era el 80% de rechazo, porque el criterio marcial era que el nuevo Presidente representaba la Internacional Comunista. El vicealmirante Carlos Larrazábal señaló que “En 1959 hubo que hacer esfuerzos para contener a la oficialidad joven para que no tumbara a Rómulo Betancourt, porque el espíritu unitario del 23 de enero no se produjo para instaurar la democracia, eso no es verdad, sino para tumbar el Gobierno que no es lo mismo”. El Barcelonazo fue una insurrección militar que se llevó cabo en Cuartel Pedro María Freites de la ciudad de Barcelona, estado Anzoátegui, el 26 junio de 1961. Este acontecimiento se desencadenó como consecuencia de las persecuciones, allanamientos y detenciones que efectuaron, conjuntamente, la Dirección General de Policía, Digepol, y las bandas armadas de Acción Democrática contra miembros de la Cámara Agrícola de Venezuela.
Ante estos hechos los dirigentes de la Cámara Agrícola decidieron actuar por la vía armada, y para ello planificaron junto a un grupo de militares, un alzamiento en la ciudad de Barcelona, el cual debería luego extenderse a otras localidades de Venezuela con el fin de provocar un gran movimiento cívico-militar que derrocara el Gobierno de Rómulo Betancourt.
En Anzoátegui comenzaron los golpistas a organizar el Golpe de Estado, y para coordinar las actividades designaron un Comité Regional insurreccional integrado por Miguel Clavier, Pedro Rafael Trías, José Rafael Álvarez, José Gregorio Sosa, Leonardo Chacín, Gabriel Jiménez, Narciso Rivas Mata, Juan Bautista Santamaría, Arturo Ceballos, José Germán Lander y Emilio Figueroa Velásquez, y además juramentaron comandos en Aragua de Barcelona, Anaco, Cantaura, El Tigre, Pariaguán, Puerto La Cruz, Onoto, Clarines, Puerto Píritu, y en casi todos los pueblos del Estado.
Los Jefes regionales Miguel Clavier, Pedro Rafael Trías, y Emilio Figueroa, viajaron en mayo de 1961 a Caracas, Maracay y Puerto Cabello a realizar contactos, y a recibir instrucciones del Comando Nacional sobre las acciones a seguir, y en esa fecha decidieron el “26 de junio” como cita para el levantamiento armado.
La granja “Boca Vieja” de Francisco Forzán Dáger, en el Norte de la ciudad, se convirtió en el lugar común de reuniones de civiles y militares con la sublevación. Ahí decidieron los oficiales mayor Luis Alberto Vivas Ramírez, los capitanes Tesalio Murillo (comandante del Batallón Cedeño), Rubén Massó Perdomo y J. R. Olaizola, conjuntamente con el grupo de civiles de la región, a los que identificaron con una banda amarilla en el brazo, para que el capitán Tesalio Murillo se introdujera en el Cuartel “Pedro María Freites” el 25 en la noche, las tropas acantonadas en el recinto militar se incorporaron masivamente a la insurrección; el comandante de la Guarnición, el mayor Edecio Parra Rodríguez, se hallaba en Caracas recibiendo una condecoración con motivo del Día del Ejército.
Los Jefes regionales Miguel Clavier, Pedro Rafael Trías, y Emilio Figueroa, viajaron en mayo de 1961 a Caracas, Maracay y Puerto Cabello a realizar contactos, y a recibir instrucciones del Comando Nacional sobre las acciones a seguir, y en esa fecha decidieron el “26 de junio” como cita para el levantamiento armado.
La granja “Boca Vieja” de Francisco Forzán Dáger, en el Norte de la ciudad, se convirtió en el lugar común de reuniones de civiles y militares con la sublevación. Ahí decidieron los oficiales mayor Luis Alberto Vivas Ramírez, los capitanes Tesalio Murillo (comandante del Batallón Cedeño), Rubén Massó Perdomo y J. R. Olaizola, conjuntamente con el grupo de civiles de la región, a los que identificaron con una banda amarilla en el brazo, para que el capitán Tesalio Murillo se introdujera en el Cuartel “Pedro María Freites” el 25 en la noche, las tropas acantonadas en el recinto militar se incorporaron masivamente a la insurrección; el comandante de la Guarnición, el mayor Edecio Parra Rodríguez, se hallaba en Caracas recibiendo una condecoración con motivo del Día del Ejército.
El Capitán Tesalio Murillo Fierro haciendo valer su grado increpa al Subteniente Marcial Rosario Carrasquero, (cuarto turno de Ronda), y lo obliga a entregar el mando que le daba autoridad sobre doscientos cuarenta (240) hombres. Cumplida esta primera parte del plan, hablan con los Oficiales para que se pleguen al movimiento, pero solamente los Tenientes José G. Martínez y Enrique Olaizola Rodriguez aceptan; el resto de los oficiales y Sub ofiliales de carrera son detenidos.
Instalan su centro de operaciones en el cuartel Freites e inmediatamente el Mayor (R) Vivas le ordena a Rodríguez Mier y Terán, con cuarenta (40) hombres, que detenga al Gobernador Rafael Solórzano en su residencia de "Lecherías" y a otros Oficiales les ordena que tomen el Cuartel de la policía Estadal, la casa de Acción Democrática la Policía Técnica Judicial, la Emisora Radio Barcelona y el Aeropuerto, lo cual fue cumplido por cada una de estas comisiones a las 05:20 horas.
Instalan su centro de operaciones en el cuartel Freites e inmediatamente el Mayor (R) Vivas le ordena a Rodríguez Mier y Terán, con cuarenta (40) hombres, que detenga al Gobernador Rafael Solórzano en su residencia de "Lecherías" y a otros Oficiales les ordena que tomen el Cuartel de la policía Estadal, la casa de Acción Democrática la Policía Técnica Judicial, la Emisora Radio Barcelona y el Aeropuerto, lo cual fue cumplido por cada una de estas comisiones a las 05:20 horas.
Antigua Casa del Gobernador |
El primer detenido fue el Gobernador, Dr. Rafael Solórzano Bruce por el capitán Rubén Massó, cuando detienen al Gobernador, este finge tener una dolencia estomacal y exige a Rodríguez Mier y Terán, quien que le permita comunicarse con la Gobernación, (este comete el error de concedérselo), pero piensa que en ese momento que el Secretario General de Gobierno también pudo haber sido apresado, por lo cual llama a la central telefónica y da aviso al Ministerio de Relaciones Interiores. Cinco minutos después, Rodríguez se da cuenta de su error y corta las líneas telefónicas. Tratando de ganar tiempo, se dirige al cuartel, entrega al Gobernador y le informa al Mayor Vivas sobre lo sucedido; este ordena rápidamente que se comience a lanzar las proclamas por Radio Barcelona para encontrar apoyo en la población. A la 06:30 horas se inician las proclamas y solamente pueden hacer uso de las transmisiones por dos horas ya que el operador, valiéndose de sus conocimientos, desconecta uno de los circuitos y silencia la estación. Diez Oficiales con ciento cincuenta (150) soldados hacen un despliegue de fuerza y recorren las principales calles de la ciudad acompañados por algunos de los civiles que tomaron parte en la intentona y a quienes se les había provisto de uniformes militares.
los tanques y jeep militares no cesaron de moverse en toda la población, tomando prisioneros a los jerarcas del Gobierno de Rómulo Betancourt en la localidad, y a la dirigencia política defensora del sistema.
Los prisioneros, el Secretario General de Gobierno y el Director de Política, Dr. Carlos Canache Mata y Efraín Landa Arroyal, respectivamente, fueron conducidos a las cuatro de la madrugada al Cuartel; a las nueve de la mañana trajeron al Gobernador del Estado, según el Dr. Carlos Canache Mata: “Los golpistas pedían garantía al Gobierno Nacional para que no realizara el anunciado bombardeo al Cuartel”. Las otras comisiones destacadas tomaron la emisora de Radio Barcelona, el Aeropuerto, la policía, el Cuerpo de Bomberos, para consolidar la toma de Barcelona; pero olvidaron tomar Puerto La Cruz y el Comando de la Guardia Nacional.
El mayor (r) Luís Alberto Vivas Ramírez, el Capitán (r) Rubén Massó Perdomo y Tesalio Murillo, tomaron el cuartel Freites de Barcelona y el Batallón de Fusileros Mariño.Barcelona se encontraba en estado de sitio, la curiosidad de algunos vecinos fue la causa de un balazo recibido en la frente, como el caso del turco Abraham desplomado en la puerta de su negocio en la Av. 5 de julio, el pánico y el terror sembrados por las constantes detonaciones de armas de fuegos, espantaron a los trabajadores y curiosos hacia sus hogares. Los hechos acaecidos en Barcelona se siguieron en Caracas gracias a una Secretaria del Instituto Agrario Nacional, la que se ocupó de trasmitir con lujo de detalles los acontecimientos producidos en el Cuartel, la que desde la ventana de su oficina observaba.
A las 10:10 horas, el Ministerio de Relaciones Interiores anuncia en un boletín, la situación que vive la ciudad de Barcelona y que la sometería a como diera lugar, ya que en las demás guarniciones, la situación era normal abandonaban la guarnición, o sino procedería la Fuerza Área a bombardear a Barcelona; ese anunció obligó a los conspiradores salir del Cuartel y los aviones con los símbolos que el Gobierno exhibió para rendir a los insurrectos, tres gamberras, recorren la geografía regional, exigiendo a los pobladores solidaridad a favor de la democracia y la Constitución Nacional.
Sin embargo, debido a la falta del apoyo ofrecido por los otros componentes militares comprometidos en la sublevación, los militares fieles al gobierno de Betancourt retomaron el control rápidamente, el movimiento va en camino a ser derrotado. El comandante Martín Parada comprometido a sobrevolar el territorio nacional en aviones B-25 para anunciar la adhesión al cuartelazo, no se produjo y el también comandante de la Guardia Nacional, Oscar Tamayo Suárez, a quien presuntamente habían prometido un bien armado batallón de esa fuerza en Maturín con excedente de equipo para dotar a otro contingente.
El Subteniente Marcial Rosario Carrasquero, preparó un plan, había fingido estar de acuerdo con los sediciosos, y en el momento de la acción le quitó el seguro a su sub-ametralladora Madsen y conminó a los jefes del movimiento a que se entregaran. La oficialidad insurrecta fue detenida y desde la Garita al grito de “Maten a los rebeldes”, ajustició a los indefensos civiles quienes estaban sentados en un banco, los que no portaban ni una hojilla, en el interior del Cuartel las tropas afectas al oficialismo impusieron el orden y la paz con el traqueteo de las ametralladoras que dispararon más de cinco mil balazos, cuyo tiroteo que duró quince (15) minutos, cayeron veinticinco (25) personas, todas civiles a excepción del Distinguido Hermenegildo Toledo; aprovechando la confusión, el Mayor (R) Vivas Ramírez intentó ganar una de las puertas posteriores del Cuartel y casi estuvo a punto de lograrlo, a no ser por la rápida y decidida intervención del Cabo 2º Luis José Rojas, quien cubrió la puerta de salida y le dio la voz de arresto. El Mayor le exige que no lo mate, que él se entrega. Con el rostro pálido y las manos en alto y el Cabo 2º hundiéndole el cañón del fusil en la espalda, camina el jefe de los facciosos y finalmente se entrega a las autoridades del Cuartel, mientras esto ocurría, Unidades de Combate de la Aviación efectuaban pasajes rasantes sobre la ciudad, con las puntas de las bayonetas remataron a cuanto civil se encontraba herido en el interior.
Los implicados salieron de la guarnición, junto con muchos civiles. En el Cuartel "General Pedro María Freites", los responsables directos del movimiento son interrogados por agentes del SIFA.
En el Cuartel y en sus alrededores, detuvieron a los militares mayor Luis Alberto Vivas Ramírez, los capitanes Tesalio Murillo, José Gabriel Marín, Rubén Massó Perdomo, J. R. Olaizola, y los civiles Juan de Dios Reyes González, Julio Boada, Carlos Manuel Parra, Carlos Ramón Quijada, Alejandro Trias Rojas, Rafael Antonio “Tonoro” Rojas Trías, Roberto León, Rafael Torrealba, Réne Valhis, Rafael Tobías Estanga, José Rafael Soto, José Vicente Trías, Manuel Martínez, Pedro de Jesús Bello, Rafael Vera, Rafael Simón Pérez, Danilo Méndez, Oscar Parés y Ernesto Azpúrua, posteriormente a las 16:45 horas del 26 de Junio, son trasladados hasta la ciudad de Caracas en un avión de transporte de las Fuerzas Aéreas Venezolanas, custodiados por un Mayor, tres Subtenientes y un Pelotón de Paracaidistas junto a quince (15) civiles conjurados.
En el viejo Hospital “Luis Razetti” ingresaron destrozados a fusilazos y bayonetazos, los muertos Pedro Rafael Trias, Celestino Zapata, José Rafael Reyes, Ángel Custodio Martínez, Rosendo Rada Antonini, José Rafael Álvarez, Adolfo Martínez Irazábal, Armando Slino Ingrassia, Marcos Sosa Serritiello, Jesús Antonio “Tony” Páez, Miguel Clavier Mata, Narciso Rivas Mata, Antonio Rodríguez Olivo y José Germán Lander”, resumen de la dirigencia civil presente en ese lugar.
La presencia del pueblo en los tributos fúnebres en cada uno de los sitios del estado, expresó el testimonio de la solidaridad muda en aquel último adiós a las víctimas de la carnicería humana.
Los allanamientos a las casas, y el encarcelamiento de los complotados con la asonada, se intensificaron por la necesidad del Gobierno de “garantizar el orden”. La DIGEPOL en esos días no cesó en la búsqueda de “los enemigos de la democracia” o cobrando por encargo viejas deudas, de igual forma el Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA), iniciaron una serie de labores en Barcelona, Monagas, Maturín, La Guaira y Ciudad Bolívar, con el fin de “comandar grupos para lanzar bombas, volantes y a conducir autos con altoparlantes para alarmar y confundir a la población…”
La Corte Marcial para emprender los juicios requería las Actas de defunciones de los caídos en el Barcelonazo, a ese requerimiento los médicos del Hospital “Luis Razetti” se negaron extenderlas y firmarlas. El Alto Tribunal Militar llegó a buscar lo requerido y la oposición médica fue argumentada con la muestra de los uniformes ensangrentados, pero que no tenían perforación de bala alguna, los galenos consideraban que los habían vestidos de militares después de muertos.
Ninguno de los implicados tuvo la opción de recibir beneficio de casa por prisión, todos fueron encarcelados en diferentes prisiones del país, el cuartel San Carlos e incluyendo la Isla de Tacarigua, bautizada por los presos políticos como Campo de Concentración “Rafael Caldera”.
Durante el juicio se pudo saber que los autores materiales de los asesinatos habían sido los subtenientes Ramón Devaloy Carrrasquel y y Luis Branchi Rodríguez y el Sargento Técnico de Segunda Luis José Moya, quienes al parecer impartieron órdenes a los soldados de disparar contra los civiles y luego se escondieron en sus habitaciones. También se dijo que los tres efectivos militares se habían comprometido con los rebeldes para luego “saltar la talanquera”.
Los sobrevivientes fueron sometidos a vejámenes y torturas, todos los participantes fueron juzgados por Tribunales Militares, incluyendo a los civiles.
La nueva realidad de los venezolanos que habían decidido definitivamente convivir en libertad, fue el obstáculo empinado contra quienes osaron desempolvar el viejo expediente del militarismo en Venezuela. La fuerza democrática opuesta a los antiguos métodos como se alcanzaba el poder en la Nación, va a ser garantía suficiente para conservar estos principios y defender la Constitución Nacional, recién sancionada por el Congreso nacional el 23 de enero de 1961.
Mientras esto ocurría en Barcelona, los militares contrarios al gobierno de Betancourt iniciaron acciones en La Guaira. Algunos funcionarios de la Guardia Nacional intentaron apoderarse del Comando 99, pero fueron derrotados por las fuerzas fieles al gobierno. Igual suerte tuvo el oficial Hugo Barillas en Ciudad Bolívar, quien fue detenido por los militares de esa localidad al comentar los planes subversivos,asi como fueron detenidos de manera preventiva fueron Horacio Cabrera Sifontes, Raúl Villegas, Ramón Gil, Hermanos Rodríguez Osuna, Rafael Casado Lezama y Héctor Arreaza Flores.
los tanques y jeep militares no cesaron de moverse en toda la población, tomando prisioneros a los jerarcas del Gobierno de Rómulo Betancourt en la localidad, y a la dirigencia política defensora del sistema.
Los prisioneros, el Secretario General de Gobierno y el Director de Política, Dr. Carlos Canache Mata y Efraín Landa Arroyal, respectivamente, fueron conducidos a las cuatro de la madrugada al Cuartel; a las nueve de la mañana trajeron al Gobernador del Estado, según el Dr. Carlos Canache Mata: “Los golpistas pedían garantía al Gobierno Nacional para que no realizara el anunciado bombardeo al Cuartel”. Las otras comisiones destacadas tomaron la emisora de Radio Barcelona, el Aeropuerto, la policía, el Cuerpo de Bomberos, para consolidar la toma de Barcelona; pero olvidaron tomar Puerto La Cruz y el Comando de la Guardia Nacional.
El mayor (r) Luís Alberto Vivas Ramírez, el Capitán (r) Rubén Massó Perdomo y Tesalio Murillo, tomaron el cuartel Freites de Barcelona y el Batallón de Fusileros Mariño.Barcelona se encontraba en estado de sitio, la curiosidad de algunos vecinos fue la causa de un balazo recibido en la frente, como el caso del turco Abraham desplomado en la puerta de su negocio en la Av. 5 de julio, el pánico y el terror sembrados por las constantes detonaciones de armas de fuegos, espantaron a los trabajadores y curiosos hacia sus hogares. Los hechos acaecidos en Barcelona se siguieron en Caracas gracias a una Secretaria del Instituto Agrario Nacional, la que se ocupó de trasmitir con lujo de detalles los acontecimientos producidos en el Cuartel, la que desde la ventana de su oficina observaba.
A las 10:10 horas, el Ministerio de Relaciones Interiores anuncia en un boletín, la situación que vive la ciudad de Barcelona y que la sometería a como diera lugar, ya que en las demás guarniciones, la situación era normal abandonaban la guarnición, o sino procedería la Fuerza Área a bombardear a Barcelona; ese anunció obligó a los conspiradores salir del Cuartel y los aviones con los símbolos que el Gobierno exhibió para rendir a los insurrectos, tres gamberras, recorren la geografía regional, exigiendo a los pobladores solidaridad a favor de la democracia y la Constitución Nacional.
Sin embargo, debido a la falta del apoyo ofrecido por los otros componentes militares comprometidos en la sublevación, los militares fieles al gobierno de Betancourt retomaron el control rápidamente, el movimiento va en camino a ser derrotado. El comandante Martín Parada comprometido a sobrevolar el territorio nacional en aviones B-25 para anunciar la adhesión al cuartelazo, no se produjo y el también comandante de la Guardia Nacional, Oscar Tamayo Suárez, a quien presuntamente habían prometido un bien armado batallón de esa fuerza en Maturín con excedente de equipo para dotar a otro contingente.
El Subteniente Marcial Rosario Carrasquero, preparó un plan, había fingido estar de acuerdo con los sediciosos, y en el momento de la acción le quitó el seguro a su sub-ametralladora Madsen y conminó a los jefes del movimiento a que se entregaran. La oficialidad insurrecta fue detenida y desde la Garita al grito de “Maten a los rebeldes”, ajustició a los indefensos civiles quienes estaban sentados en un banco, los que no portaban ni una hojilla, en el interior del Cuartel las tropas afectas al oficialismo impusieron el orden y la paz con el traqueteo de las ametralladoras que dispararon más de cinco mil balazos, cuyo tiroteo que duró quince (15) minutos, cayeron veinticinco (25) personas, todas civiles a excepción del Distinguido Hermenegildo Toledo; aprovechando la confusión, el Mayor (R) Vivas Ramírez intentó ganar una de las puertas posteriores del Cuartel y casi estuvo a punto de lograrlo, a no ser por la rápida y decidida intervención del Cabo 2º Luis José Rojas, quien cubrió la puerta de salida y le dio la voz de arresto. El Mayor le exige que no lo mate, que él se entrega. Con el rostro pálido y las manos en alto y el Cabo 2º hundiéndole el cañón del fusil en la espalda, camina el jefe de los facciosos y finalmente se entrega a las autoridades del Cuartel, mientras esto ocurría, Unidades de Combate de la Aviación efectuaban pasajes rasantes sobre la ciudad, con las puntas de las bayonetas remataron a cuanto civil se encontraba herido en el interior.
Los implicados salieron de la guarnición, junto con muchos civiles. En el Cuartel "General Pedro María Freites", los responsables directos del movimiento son interrogados por agentes del SIFA.
En el Cuartel y en sus alrededores, detuvieron a los militares mayor Luis Alberto Vivas Ramírez, los capitanes Tesalio Murillo, José Gabriel Marín, Rubén Massó Perdomo, J. R. Olaizola, y los civiles Juan de Dios Reyes González, Julio Boada, Carlos Manuel Parra, Carlos Ramón Quijada, Alejandro Trias Rojas, Rafael Antonio “Tonoro” Rojas Trías, Roberto León, Rafael Torrealba, Réne Valhis, Rafael Tobías Estanga, José Rafael Soto, José Vicente Trías, Manuel Martínez, Pedro de Jesús Bello, Rafael Vera, Rafael Simón Pérez, Danilo Méndez, Oscar Parés y Ernesto Azpúrua, posteriormente a las 16:45 horas del 26 de Junio, son trasladados hasta la ciudad de Caracas en un avión de transporte de las Fuerzas Aéreas Venezolanas, custodiados por un Mayor, tres Subtenientes y un Pelotón de Paracaidistas junto a quince (15) civiles conjurados.
En el viejo Hospital “Luis Razetti” ingresaron destrozados a fusilazos y bayonetazos, los muertos Pedro Rafael Trias, Celestino Zapata, José Rafael Reyes, Ángel Custodio Martínez, Rosendo Rada Antonini, José Rafael Álvarez, Adolfo Martínez Irazábal, Armando Slino Ingrassia, Marcos Sosa Serritiello, Jesús Antonio “Tony” Páez, Miguel Clavier Mata, Narciso Rivas Mata, Antonio Rodríguez Olivo y José Germán Lander”, resumen de la dirigencia civil presente en ese lugar.
La presencia del pueblo en los tributos fúnebres en cada uno de los sitios del estado, expresó el testimonio de la solidaridad muda en aquel último adiós a las víctimas de la carnicería humana.
Los allanamientos a las casas, y el encarcelamiento de los complotados con la asonada, se intensificaron por la necesidad del Gobierno de “garantizar el orden”. La DIGEPOL en esos días no cesó en la búsqueda de “los enemigos de la democracia” o cobrando por encargo viejas deudas, de igual forma el Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA), iniciaron una serie de labores en Barcelona, Monagas, Maturín, La Guaira y Ciudad Bolívar, con el fin de “comandar grupos para lanzar bombas, volantes y a conducir autos con altoparlantes para alarmar y confundir a la población…”
La Corte Marcial para emprender los juicios requería las Actas de defunciones de los caídos en el Barcelonazo, a ese requerimiento los médicos del Hospital “Luis Razetti” se negaron extenderlas y firmarlas. El Alto Tribunal Militar llegó a buscar lo requerido y la oposición médica fue argumentada con la muestra de los uniformes ensangrentados, pero que no tenían perforación de bala alguna, los galenos consideraban que los habían vestidos de militares después de muertos.
Ninguno de los implicados tuvo la opción de recibir beneficio de casa por prisión, todos fueron encarcelados en diferentes prisiones del país, el cuartel San Carlos e incluyendo la Isla de Tacarigua, bautizada por los presos políticos como Campo de Concentración “Rafael Caldera”.
Durante el juicio se pudo saber que los autores materiales de los asesinatos habían sido los subtenientes Ramón Devaloy Carrrasquel y y Luis Branchi Rodríguez y el Sargento Técnico de Segunda Luis José Moya, quienes al parecer impartieron órdenes a los soldados de disparar contra los civiles y luego se escondieron en sus habitaciones. También se dijo que los tres efectivos militares se habían comprometido con los rebeldes para luego “saltar la talanquera”.
Los sobrevivientes fueron sometidos a vejámenes y torturas, todos los participantes fueron juzgados por Tribunales Militares, incluyendo a los civiles.
La nueva realidad de los venezolanos que habían decidido definitivamente convivir en libertad, fue el obstáculo empinado contra quienes osaron desempolvar el viejo expediente del militarismo en Venezuela. La fuerza democrática opuesta a los antiguos métodos como se alcanzaba el poder en la Nación, va a ser garantía suficiente para conservar estos principios y defender la Constitución Nacional, recién sancionada por el Congreso nacional el 23 de enero de 1961.
Mientras esto ocurría en Barcelona, los militares contrarios al gobierno de Betancourt iniciaron acciones en La Guaira. Algunos funcionarios de la Guardia Nacional intentaron apoderarse del Comando 99, pero fueron derrotados por las fuerzas fieles al gobierno. Igual suerte tuvo el oficial Hugo Barillas en Ciudad Bolívar, quien fue detenido por los militares de esa localidad al comentar los planes subversivos,asi como fueron detenidos de manera preventiva fueron Horacio Cabrera Sifontes, Raúl Villegas, Ramón Gil, Hermanos Rodríguez Osuna, Rafael Casado Lezama y Héctor Arreaza Flores.
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