Boves entra en la historia

El 3 de abril de 1812 el terrible y sanguinario jefe realista Jo Tomás Boves, sin proponérselo y siendo aún simple pulpero, hace su entrada a la Historia de Venezuela.  Bastó con que presenciara la derrota de los patriotas en San Carlos y lo chismeara por toda la población de Calabozo donde tenía su tienda.

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            El marino austuriano que había llegado a Venezuela en 1808 fue denunciado y condenado a muerte pues su comportamiento perjudicaba los intereses de la revolución.  Más tarde, sin embargo, la pena capital le fue conmutada por una prisión nada soportable pues era duramente tratado por sus carceleros.  Trato que por supuesto llegó a su fin cuando el realista Eusebio Antoñanza tomó a Calabozo y ejecutó la libertad de todos los presos, entre ellos,  Boves, quien por ser asturiano y haber estudiado en la escuela naval de Gijón, fue alistado en el ejército de Monteverde.  Pronto, y en premio a su ferocidad militar, fue ascendido a capitán de Milicia.


            Boves, reseñado como un hombre de talla mediana, ojos azules, frente espaciosa y cabeza muy grande, conocía muy bien la sicología del llanero.  Sus viajes comerciales y el contacto diario y directo a través de su pulpería le reportaron inesperadas adhesiones cuando se puso las espuelas y empuñó la lanza.  Saqueo, destrucción y muerte constituían la única consigna que comprometía ferozmente a los llaneros en cada combate.  Era la Legión Infernal que avanzaba hacia la liquidación de la República, Boves entusiasmaba a sus intrépidos jinetes de lanza y torso desnudo prometiéndoles la tierra y demás bienes de los blancos porque según él solo los pardos tenían el derecho de vivir en aquel suelo.  Así fueron degollados 87 blancos en Calabozo; 800 en Valencia; 1000 en Cumaná y otros tantos en Caracas, San Joaquín y San Mateo.  Niños, adultos y ancianos, de cualquier sexo o condición, bien que estuvieran de rodillas en la iglesia o indiferentes y sumisos en sus casas fueron pasados sin misericordia por el filo de su navaja.  1814 ha sido llamado “el año negro de la República” pero también fue el año en que Boves sucumbió en Urica y el año en que el patriota José Antonio Páez heredó para mejor causa y con la promesa de  la justicia agraria, a sus llaneros aguerridos.

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