5 de Mayo de 1.810. Se pronuncia Barinas por la Independencia.

Ubicación de Barinas
Provincia de Barinas. Tomado del "Atlas físico y político de la República de Venezuela", 1840.


El 5 de mayo se reunió el Ayuntamiento en la ciudad de Barinas para considerar las noticias caraqueñas. Reafirmada la autonomía e independencia correspondiente, se aprobó por unanimidad la conveniencia de formar una Junta Provincial de Gobierno y Conservación, presidida por don Miguel del Pumar. La Junta Suprema envió al Marqués del Toro para que presentara los votos de la provincia de Caracas. Grande era el interés por acordarse con Barinas. En octubre viajó a esta ciudad el Marqués de Mijares, comisionado para estrechar los vínculos de ambas provincias.

Transcripción del Acta del 5 de Mayo de 1810

Barinas
Acta de 5 de mayo de 1810


En la noble y muy leal ciudad de Barinas, a cinco de mayo de mil ochocientos diez años, se juntaron en esta sala de ayuntamiento los señores que la componen, a saber, el señor don Antonio Moreno, coronel de los Reales Ejércitos, comandante gobernador político; don Miguel María del Pumar, alcalde ordinario de primera elección; el señor don Ignacio del Pumar, regidor alférez real; don Juan Ignacio Briceño, regidor alcalde provincial; don Manuel Bereciartu, regidor alguacil mayor, y sin la concurrencia del señor alcalde segundo, por estar ausente de esta ciudad, y los demás oficios vacantes, y con la asistencia del señor Cristóbal Hurtado de Mendoza, síndico procurador general y protector de naturales, siendo las cuatro horas y media de la tarde, por convocación que en el momento se hizo por Su Señoría a instancia de algunos de los vocales, con motivo de las noticias que se han tenido en el correo ordinario recibido hoy de la capital de Caracas.

Y habiendo hecho presente un oficio del señor ministro de Real Hacienda interino, en que le acompaña un bando publicado en la dicha capital a diez y nueve de abril próximo pasado, por los individuos del nuevo gobierno erigido en aquel día con motivo de la invasión y conquista de la península de España por los enviados del emperador de los franceses y disolución de la Junta Suprema de España e Indias por la voluntad general de todos los pueblos, representaba y mandaba en nombre de nuestro augusto soberano, don Fernando VII, y en dicho oficio inserta una carta de don Juan José Música, en que se le encarga ponga el bando en manos de este Gobierno para su reconocimiento y obediencia, si no hubiere llegado el de oficio, y que extrañando no haber recibido con la competente autenticidad una novedad de esa magnitud, lo ponía en consideración de este ilustre Cuerpo para que, como representante de toda su provincia, acuerde las providencias más oportunas al bien y utilidad pública en las críticas circunstancias en que se ven estos dominios.

Y habiendo reflexionado que para resolver un negocio de tanta gravedad es necesario ocurrir a las fuentes de la autoridad, que es el mismo común por quien representan, acordaban y acordaron que sin disolverse el cuerpo se haga una convocatoria general de todos los magistrados, empleados y vecinos para que en cabildo abierto se les ponga a la vista los inminentes riesgos a que se halla expuesta la Patria y los sagrados e imprescindibles derechos de la santa religión que profesamos, y del monarca desgraciado que nos destinó la Providencia.

Y puesta en práctica la citación general por medio de los porteros y los alcaldes de barrio, se congregaron en la sala de gobierno, por indisposición de Su Señoría, a más de los individuos del Ayuntamiento, el señor coronel don. Miguel de Ungaro Dusmet, comandante militar e intendente de esta provincia; el señor doctor don. Ignacio Fernández, cura de la iglesia mayor y vicario juez eclesiástico; don Domingo González, interventor de Real Hacienda y ministro principal interino de ella; el presbítero don Francisco Gualdrón y el presbítero don Manuel González, curas párrocos de las iglesias de nuestra Señora del Carmen y Dolores; el reverendo padre fray Francisco de Andujar, procurador de las Misiones; el capitan don Juan Gabriel Liendo, que lo es de la Compañía veterana de esta plaza, y su teniente, don Francisco de Orellana; el capitán retirado don Vicente Luzardo, el capitán de milicias don Francisco Arteaga, el teniente de milicias don Ignacio Bragado, el administrador de correos don Francisco Vidal, el doctor don Juan Nepomuceno Briceño, con otros vecinos particulares constantes de la lista que la acompaña, rubricada por los individuos del Ayuntamiento.

Y habiéndoseles relatado la causa de su convocación, consultando su dictamen y el voto general de este pueblo acerca de la resolución que debería tomarse, y habiendo tomado la palabra el citado señor coronel comandante militar, manifestó que por la imperiosa ley de la necesidad se hacía indispensable tomar providencias activas de precaución y conservación, y que para ello era necesario un cuerpo que las dictase y dirigiese, y que así como el Pueblo de Caracas, a imitación de lo que hicieron todas las provincias de España en la primera invasión de los franceses, se había formado su junta, recibiendo la autoridad del mismo pueblo, le parecía que siendo unánime la voluntad de este vecindario en el objeto de velar sobre el bien común y la conservación de la religión, del rey y de la patria, se debía formar en esta capital una junta que recibiese la autoridad de este pueblo que la constituye, mediante ser una provincia separada, y que por ninguna razón debe someterse a otra autoridad si no le conviene; y si al prestarse, en el caso asegurado de haberse disuelto el Gobierno Supremo que tenía reconocido, jurar unión y alianza con las demás provincias, que sin separarse del primer objeto se arreglen a unos principios justos y conformes con la utilidad público.

Y habiéndose continuado la discusión por más de dos horas, oyendo a todos los que quisieron exponer su dictamen, sobre que discurrieron especialmente los señores alcalde primero, el señor vicario, el padre procurador de las Misiones, el ministro de la Real Hacienda, con lo ampliamente representado por el señor síndico procurador general, unánimes y conformes concluyeron que inmediatamente se proceda a la formación de la Junta, y que siendo lo más obvio y conforme a nuestros principios que la autoridad del Pueblo recaiga en el Cabildo, que por los vicios del gobierno anterior se hallaba anonadado, se forme desde luego, eligiéndose por todos los concurrentes doce sujetos que merezcan la confianza pública a pluralidad de votos, y para que tenga la fuerza y sanción suficiente se elijan antes dos diputados del gremio de pardos, para que igualmente concurran a la elección, cuyos doce vocales serán considerados como regidores y presidido por uno de ellos que entre si elijan.

Será su primer objeto la defensa de la Patria, entendiéndose con la Junta de Caracas y demás cuerpos soberanos y subalternos o jefes con quienes deban entenderse para la conservación y consolidación de un sistema de gobierno que haga felices a los habitantes de Barinas y demás vasallos de Fernando Séptimo que adhieran sus principios.

En ese estado, habiendo concurrido porción del gremio de pardos, muchos de los cuales constan de la lista adjunta, se nombraron seis de los más beneméritos y de confianza, a saber, el capitán Vicente Vidosa, el maestro Eleuterio Rodríguez, el maestro José Herrera y el maestro Juan José Rojas, Trinidad Canela y José Félix Luzén, para que propusiesen a los demás los dos diputados que deben representar su voz. Y habiendo elegido unánimemente y al señor vicario don Ignacio Fernández, fue aprobada por todos la elección de los doce diputados regidores que han de formar el cuerpo nacional de esta municipalidad.

Y confirmándose por la opinión general de todos los concurrentes los tres únicos que hoy existen, a saber, alférez real, alcalde provincial y alguacil mayor, y que continuasen en sus funciones los señores alcaldes ordinarios mediante la confianza que han merecido; se tomaron los votos para los nueve restantes, a que concurrieron cincuenta y un vocales de la clase de blancos, y el voto de los señores diputados del gremio de pardos, que se computó por seis, y resultaron nombrados los siguientes: el capitán Juan Gabriel Liendo con cincuenta y dos votos, el doctor Cristóbal Mendoza, con cincuenta y uno, don Pedro Briceño con cuarenta y cuatro, don Pedro Espejo, con treinta y cuatro, don Diego López con cuarenta y seis, el doctor don Ignacio Fernández con cuarenta y uno, don Miguel María del Pumar con cuarenta y seis, el doctor don. Ignacio Briceño con veinte y uno y don Domingo González con veinte y nueve; don Juan Briceño con siete, don Felipe Briceño, con siete, don Francisco Carbonell con catorce, don Manuel Pulido con veinte y tres, don Manuel Tirapena con doce, el señor don Miguel Ungaro con diez y ocho, don José María Luzardo con trece, el señor coronel don Antonio Moreno con diez y seis, don Francisco Arteaga con quince, don Francisco Vidal con trece, don Juan Nepomuceno Briceño con siete, don Pedro Martel con tres, don Nicolás Soto con uno, el reverendo padre fray Francisco Andujar con ocho, el presbítero don Francisco Gualdrón dos, don Ignacio María del Pumar dos, don Lorenzo Roca dos, don Felipe Méndez con cuatro, don Manuel López Olasearga ocho, don Pablo Pulido dos, don Vicente Luzardo dos, don Juan José Briceño y Ángulo uno, don Ignacio Bragado con dos, don Francisco Olmedilla uno, don Sebastián Travieso uno, don Nicolás Pulido tres.

De modo que a pluralidad de votos resultaron canónicamente elegidos: don Pedro Briceño, don Pedro Espejo, don Diego López, el capitán don Juan Gabriel Liendo, el señor vicario don Ignacio Fernández, el doctor don Cristóbal Hurtado de Mendoza, el señor alcalde don Miguel María del Pumar, don Domingo González y don Manuel Antonio Pulido, con lo que por ser ya las dos de la mañana de este día seis, acordaron suspender el acto para proceder en la mañana siguiente a poner en ejercicio a los electos, de los cuales hay algunos ausentes, y para simplificarlo acordaron que por cada gremio se eligiesen dos vocales que firmarán por todos: por el Clero el señor vicario y el doctor Ignacio Briceño, por los militares el capitán y teniente de la Compañía veterana, por los hacendados don Francisco Arteaga y don Francisco Olmedilla, y por los comerciantes don José María Luzardo y don Francisco Carbonell.

Y que por ahora y hasta otra nueva providencia continuasen en esta capital y toda su provincia en sus respectivos mandos todos los empleados políticos, militares y de hacienda, pero que por ninguno se pueda dar cumplimiento a ninguna orden que vaya pasada por el Gobierno establecido bajo la pena de traición a nuestro legítimo señor don Fernando VII y la Patria. Y que en el primer acuerdo que se trate de hacer saber al público, en la forma ordinaria, esta resolución, y de dar gracias al Todopoderoso por la paz y tranquilidad con que ha sido ejecutada.

Y lo firmamos sin asistencia del único escribano, por estar ausente:

Antonio Moreno. Miguel de Ungaro. Miguel María Pumar. El Marqués de Boconò. Juan Ignacio Briceño. Manuel Bereciartu. Cristóbal Hurtado de Mendoza. Domingo González. Por el clero y el gremio de pardos, Ignacio Fernández; por el clero, Dr. Ignacio Briceño. Por mí y el gremio militar, Juan Gabriel Liendo. Por mí y el gremio militar, Francisco de Orellana. Por mí y el gremio de labradores, Francisco de Paula Arteaga. Por mí y el Gremio de hacendados, Francisco de Olmedilla. Por el Comercio, José María Luzardo. Francisco Carbonell.


La ciudad de Barinas es a veces llamada la "Ciudad Marquesa", debido a la leyenda de Don José Ignacio del Pumar Marqués del Pumar, Marqués de las riberas de Boconó y Masparro, personaje acaudalado, patriota que se pronunció a favor de la independencia como alcalde de Barinas en 1810, y quien aportó 1000 caballos al ejército de Bolívar en 1813; con la victoria de los realistas fue hecho prisionero y murió en Guanare en 1814. Su residencia es actualmente un museo al lado de la Gobernación de Barinas, frente a la plaza Bolívar de Barinas.

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