Reveron en entrevista con Oscar Yanez

El jueves 29 de enero de 1953 Últimas Noticias publicó la entrevista que Oscar Yanes le hizo a "El pintor de Macuto" y que hoy reproducimos

A continuación, la entrevista original: "Armando Reverón no desmiente que esté loco. El famoso pintor que abandonó hace muchos años la vida entre los hombres para dedicarse a la conquista del color ha vuelto a ser noticia mientras el Concejo discute si perdió o no sus facultades mentales, Reverón tiene más de 10 años viviendo como un ermitaño.
 
¿CREE UD. QUE ESTÁ LOCO?
 -¡Felicidad! ¡Felicidad! -musitó el gran artista cuando penetramos a su mansión de piedra ayer en Macuto. Las barbas las tiene más largas. El bigote le oculta los labios y el cuerpo está quemado por el sol. Reverón anda semidesnudo y cuando entramos a su casa le pasó dos cadenas a la puerta y tiró las llaves contra el suelo.
-Allí están las llaves de las siete lenguas -le dijo al periodista. Son siete lenguas, siete bocas -empezó a explicar. De cada lengua sale un labio. Cada labio es una historia -recogió el llavero y se lo puso al reportero debajo de la barbilla.


Perdone, pero así entenderá mejor. ¿Pudiera usted vivir con esto así?
-No.

-Correcto. Nadie puede vivir con las llaves guindando. Por eso yo las tiro al suelo.

Después empezó a quejarse. Se pasaba las manos por el rostro, lanzaba mugidos, como una fiera acorralada y transcurridos pocos segundos volvió a hablar:

-Es que me ahogo. La culpa de todo la tienen los médicos. Tengo animales por dentro que me suben por el estómago y me quitan la palabra. Para hablar tengo que pedirles permiso y ya he descubierto la clave: me mantengo recto, derecho. Así no puede hacerme nada el Dios Toro.

-¿Quién es el Dios Toro? -Un toro -contestó después de lanzar una agradable carcajada. El Dios Toro va a inspirar, junto con mi Virgen, mi última obra. El toro es enemigo del movimiento. El toro me observa, se mantiene con sus ojos atentos, los músculos tensos y embiste sobre todo lo que se mueve. Obvia el movimiento yo temo moverme delante del Dios Toro. Vengan por aquí y entenderán mejor… -recogió de nuevo las llaves y nos llevó hacia su cuarto de piedra. El espacio es reducido y una cama limpia está en el centro de la estancia. Hacia la cabecera hay una cabeza de toro magníficamente dibujada. Los cuernos están clavados a ella y las patas son de madera. Reverón se sentó en la cama, se quitó las alpargatas y las colocó sobre un baúl.

-Para qué es eso, para que no se la lleven los perros -se acostó derecho y comenzó a lanzar mugidos mientras se pasaba la mano por la cara.

-Se fijan, así estoy mejor, me salen bien las palabras -después se levantó y se acercó al toro de cartón, lo besó en el testuz, llevó sus manos callosas a la altura del pecho y empezó a musitar algo que no pudimos entender.

Afuera en el caney, Juanita, la compañera del artista, observaba con los ojos húmedos y se secaba las lágrimas. Reverón siguió orando, después, silenciosamente, abandonó el santuario.

¿QUÉ ES LA PINTURA?


 Cuando se encontraba afuera volvió a hablar:-Este es el escenario de mi misma obra. Aquí -y mostró la esquina, una estatua de Adán el grande del tamaño de un hombre. Adán es el padre de todos los hombres.

-Adáaannn… -llamó, su voz parecía un lamento.

-Síii -contestó. Aquí va Adán. Ya respondió. En esa otra esquina -y señaló la otra punta del cuarto- va Eva.

-Evaaa…

-Evaaa. ¿Escuchan? ¿Escuchan el eco, no? -preguntó desde que gritó por segunda vez.

-Yo contesté. Después vendría la manzana que es el mal, ¿no? y luego Dios, pero no Dios como lo pintan, sino el Dios verdadero, Dios como hombre. Cada hombre es un Dios. Cuando yo hablo, yo soy Dios. Cuando tu hablas, tú eres Dios. Dios está en todas partes -siguió conversando con convicción.

-Dios está en el color, ¿no lo ves? -clavó sus ojos, pequeños, en las cosas que nos rodeaban: los muros de piedra, las jaulas de los monos, la luz- Qué cosa tan seria es la luz -dijo- ¿Cómo podemos conquistar la luz? Yo he intentado. Y esa es mi lucha. Primero uno trabaja en una cosa que no sabe.Aquello nos resultó incoherente y preguntamos.


-¿Cómo? -En la pintura. ¿Qué es la pintura? Es una cosa que no se sabe. La pintura es la verdad. Es la luz, pero la luz ciega, vuelve loco, atormenta, porque uno no puede con la luz -entonces tomó con la mano izquierda un pedazo de carbón.

-El negro del carbón es insustituible -murmuró y empezó a pintar, no había tela, no tenía paleta, pero estaba pintando. El pincel era el pedazo de madera quemada y la tela era el mismo paisaje, de la misma luz.


"DE LA BASURA SALE EL ARTE"
-Yo no puedo mirar los colores de la paleta, porque no puedo despegar los ojos de la luz -decía y seguía pintando en el espacio. Los colores son tremendos. De la naturaleza hay que sacar los colores. Prepararlos con los mismos elementos de ella. La tierra, qué buen color produce. Y éste. Vean qué bello -raspaba un ladrillo contra una piedra y frotaba el polvillo en sus manos. ¡Es perfecto! El tono oscuro que no sólo con tierra se puede lograr sino también con otras cosas… Como materia de la basura, sale también la luz. Este es el arte.


Reverón guardó silencio, volvió otra vez a pasarse las manos por el rostro. A lanzar mugidos como un toro amenazado y con una voz de angustia, confesó:

-Son las palabras que me ahogan cuando converso con los amigos. Los animales que tengo en el estómago no me respetan. Suben hacia mi garganta.


-Porque ellos saben -agregó- que yo tengo la clave de todo. Son las cuatro patas. La mesa. El toro parado. La base de todo está en las cuatro patas -así se puso en cuatro patas.

-Vean. Si me colocan una botella en la espalda no se cae… Es una mesa -volvió a incorporarse:


-Después que hago esto me siento mejor.


-Huuummm -emitió un profundo suspiro. Vamos adentro para que vean mi última obra -caminamos entonces hacia el cuarto que él artista llama "La Barbería". Hay otro cartel en el que aparece la siguiente inscripción.


-"El Barbero de Sevilla" -adentro, en un espacio reducido, están los famosos recuerdos de Reverón: un piano, unas escaleras que conducen a una puerta que no existe, un teléfono de cartón, sin bocina. Cerca está la silueta de una jarra y una ponchera.


-Con agua imaginaria -explica el pintor. Sigilosamente, como si temiera despertar a un niño en un cochecito cercano, dormía un muñeco, se acercó hasta un cuadro que estaba cubierto con un papel. Lo levantó y ante nosotros quedó una virgen.


-Vean las manos, están quietas. Nadie puede tener las manos como ella. La falta de movimiento de las vírgenes es lo que vuelve loco a cualquiera. Nadie puede estar tan quieto como una Virgen. ¡Pintar una Virgen es una broma seria!


El pintor quería contar entonces la historia de la Princesa Maniquía y el cuento del lorito del cura, pero le preguntamos qué pensaba Reverón de Reverón.


-Yo no sé cómo es mi pintura. Yo no sé nada -después hablamos de su salud.


-¿A ti me gustaría que te sometieran a tratamiento médico en otro sitio? -la pregunta le hizo abrir los ojos.


-No. ¡Ni que estuviera loco salgo yo de aquí! Aquí tengo todo: mis clientes, mis figuras, mis paisajes, mis colores. ¡De aquí no me voy nunca!
-¿No leíste hoy los periódicos?
-No…
-No viste que se planteó un debate acerca de tu salud...

-¿Qué dicen?
-Que estás loco… -Reverón guardó silencio. Bajó los ojos y después, lentamente, fue subiendo la mirada hasta clavarla fija en la cara del reportero. Los ojos del pintor son simpáticos. Sinceros, con un fondo de tristeza. Como los de los animales buenos o como los de Charles Chaplin. Después se quedó viendo las piedras y las llaves de las siete lenguas que estaban tiradas en la tierra.


-Yo no digo nada. ¿Qué puedo decir yo? Ellos son los doctores. Los que saben. Pueden hacer todo, pero… -y amenazadoramente levantó el índice, para agregar con voz de trueno:


-Pero, les va a salir el Niño Jesús y les va a echar una broma…

Juanita en un rincón, discretamente, seguía llorando". 

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